Muchas experiencias nuevas y de todos los colores viví en el período de prácticas que realicé en el IES San Vicente Ferrer, pero sin duda, lo más nuevo para mi y que dejó marca en mi camino hacia la docencia fue la existencia de un equipo de mediación.
Apenas llegamos al Instituto nos
informaron de un curso de Formación de Mediadores que se ofertaba a los alumnos
de Magisterio y a los profesores del San Vicente Ferrer. Tuvimos mucha suerte
de estar allí y recibir esa invitación ya que, hasta hace muy poco, la
Mediación en los institutos no existía y por eso no es muy frecuente encontrar
cursos de este tipo. Sin tener ni idea de lo que nos íbamos a encontrar, mis
compañeros y yo nos apuntamos sin dudarlo. Y qué bien que hicimos.
La Mediación consiste en un proceso
voluntario, flexible y participativo de resolución pacífica de conflictos, en
el que dos partes enfrentadas recurren voluntariamente a una tercera persona
imparcial, el mediador, para llegar a un acuerdo satisfactorio. Este método
promueve la búsqueda de soluciones que satisfagan las necesidades de las
partes. Es un intento de trabajar con el
otro y no contra el otro, en busca de una vía pacífica y equitativa para
afrontar los conflictos, en un entorno de crecimiento, de aceptación, de
aprendizaje y de respeto mutuo.
El Programa de Mediación tiene
muchos beneficios a nivel escolar: crea en el centro un ambiente más relajado y
productivo, aumenta la capacidad de resolución de conflictos de manera no
violenta, disminuye el número de conflictos así como de sanciones, expulsiones
y expedientes, etc. Y lo que es imprescindible, incrementa el tiempo dedicado a
la docencia al no tener que insistir constantemente en la disciplina.
Esto último puede parecer un poco utópico,
pero existe, yo lo he visto. He visto a niños de 12 años poniendo en práctica,
de manera inconsciente, habilidades adquiridas en la clase de jóvenes
mediadores. La existencia de un grupo de alumnos mediadores, totalmente
voluntario, un jueves por la tarde, es lo que más me ha llamado la atención de
las actividades del instituto. Alumnos de distintos cursos y edades, todos
juntos se quedan después de clase a formarse como futuros mediadores, lo que
considero la prueba principal del éxito de esta propuesta.
Un mediador debe ser una persona
imparcial, paciente, tolerante, sensible, observadora, discreta, confiable,
comprensiva, honesta, creativa, entusiasta, etc. Pero sin duda la cualidad
principal que ha de tener un mediador es la empatía ya que éste debe tomar
parte a favor de todos y desde aquí trabajar para que el proceso sea
equitativo.
Considero que la formación de
jóvenes mediadores es imprescindible para la educación de una sociedad mejor,
ya que no es otra sino la educación, la base de todo. Es el pilar más
importante, la clave de nuestro progreso como sociedad. Los valores adquiridos
en los programas de mediación contribuyen a desarrollar actitudes de interés y
respeto por el otro. Aumenta el desarrollo de actitudes cooperativas en el
tratamiento de conflictos y desarrolla la capacidad de diálogo mejorando así
las habilidades comunicativas.
En resumen, la mediación
contribuye a mejorar las relaciones
interpersonales y a valorar los sentimientos, intereses y valores propios y de
los otros. La mediación no es solo un curso de formación, es una forma de vida,
es un buen ejemplo para darle a nuestros niños que mañana serán los hombres que
tendrán que dar su ejemplo a otros niños y así sucesivamente con la esperanza
de que, entre todos, poco a poco, creemos un mundo mejor.